Llegué a la Residencia Fragela hace unos meses, en el mes de abril, cuando por fin después de 10 meses me dieron el alta en el hospital. Unos meses muy muy duros para mi y en los que llegué a la desesperación. Entré por un pinzamiento en la médula espinal del que me tuvieron que operar dos veces de urgencia. A lo que le siguió grandes períodos de rehabilitación y recuperación muy muy lenta, pero la compañía de mi esposa me hacía esa dura estancia mas fácil.

Pero la vida, como siempre, juega malas pasadas. Y mi mujer tuvo que ingresar a la vera de mi cama por una neumonía, la cual se le complicó con gripe A y eso la llevó en menos de una semana al fatal final, y estando todavía yo ingresado el amor de mi vida se me fue de mi lado el pasado mes de marzo.

Esto acabó conmigo pero todavía tuve que seguir ingresado un mes más y solo. Bueno, con la compañía de mis hijos, pero había perdido a mi compañera. Eso, unido a que yo sabía que no podía andar ni mantenerme de pie, fue demasiado duro. Ya no podía estar en casa solo y tenían que ayudarme para todo.

Y fue así como le dije a mis hijos que quería ingresar en un centro cuando saliera del hospital. Quería entrar en Fragela y mis hijos movieron todo para poder entrar aquí. Y aquí estoy cerca de seis meses después y de una adaptación dura. Mi mujer había fallecido recientemente y me costó adaptarme a vivir con tantas personas, adaptarme a que la comida no era la de mi mujer. En fin, ir adaptándome, pero gracias a todos mis compañeros y compañeras, a los trabajadores y a los distintos talleres que nos ofrecen he vuelto a ilusionarme y a seguir adelante. Echando de menos todos mis recuerdos pero viviendo una nueva etapa.