EXPERIENCIAS PERSONALES
Historia de superación y valentía
Recuperación tras un accidente laboral en 1957
Día 18 de enero de 1957, en la estación de Renfe que se llama Huenja. Era de noche y me encontraba descansando para empezar a las 20:00h mi jornada de trabajo, ya que era ferroviario. Mi compañero de trabajo tuvo que ausentarse antes de tiempo ya que su hija se puso en enferma y tuvo que llevarla al pueblo que se encontraba a 5 kilómetros de distancia. Me llamaron para ver si estaba disponible y comenzar antes mi trabajo y dije que si.
Nevaba desde las 12:00 de la mañana. Hacía mucho frío, -9º. Sobre las 23:50 el cielo estaba raso. A las 24:00 h salí a la calle y estaba nevando de nuevo. Esa noche era de miércoles a jueves y a las 3:45h tuve la mala suerte de meter el pie en un hoyo que había en el suelo a consecuencia de la nieve y me hundí. No pude sacar el pie. En ese momento pasaba un tren por la vía en la que me encontraba. Por mucho que intente avisar al tren fue imposible que parara a tiempo y perdí la pierna derecha.
Tras el atropello me introdujeron en un turismo que había en la estación y tras 1 kilómetro de marcha se le apagaron las luces. Tuvo que volver a la estación para que oyeran el claxon del vehículo para socorrernos. Me metieron de nuevo en otro vehículo, esta vez un furgón, y me mandaron a Guadix para ser atendido de urgencias.
Durante el trayecto a la máquina se le atrancó el regulador y quedó parada. El jefe de tren mandó a un jefe a la estación para que llamara a Guadix para que viniera otro vehículo. En fin, el accidente fue a las 3: 45 h y el doctor no me atendió hasta las 7:00 h, mandándome a la capital para que me operaran.
Estuve 3 meses y 2 de ellos boca arriba sin poder moverme. Llevaba casado 2 meses y tres día con mi mujer. A los 4 meses salí de la clínica. La recuperación fue lenta, y a los 3 años del accidente conseguí andar por mi mismo con una prótesis.
En 1958, nació mi primer hijo, y con ello vino la alegría de nuevo a mi vida dándome fuerzas para volver a ser feliz tras aquel fatídico día.
Tenia tan solo 27 años, pero eso no me impidió volver a levantarme cada día con ganas de trabajar, recuperarme y tener una vida normal, plena y feliz.