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EXPERIENCIAS PERSONALES

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Marinero competente

Trabajar en la mar es un trabajo muy sufrido

Me llamo Francisco Aguilar, soy de Algeciras  y os voy a contar quién he sido y quién soy ahora.

De niño me gustaba mucho la pesca y con 9 años mi abuelo, que no quería que me hiciera un golfo, me mandó a la mar y con él estuve pescando pez espada, tiburón…Por suerte, salió una orden de la comandancia marina que permitía que jóvenes como yo nos hiciéramos marineros con el consentimiento materno.

Con 14 años ya iba yo en un barco grande de pesca; era el más joven de a bordo. Fui creciendo y con 16 años ya era contramaestre en un barco, con 16 hombres a mi cargo. Ascendí y llegué a la marina mercante y me embarqué en un velero de mercancía que iba a Gijón, Santander, Asturias…Estuve embarcado hasta los 19 años que me obligaron a ir a la mili.

Entre los años de navegación y la mili, conocí a Antonia. La vi barriendo la puerta de la casa y me enamoró. Estuvimos de novios y en el año 54 nos casamos. Yo estaba embarcado unos tres meses y luego volvía a casa unos 10 días. En esos días nos íbamos al cine, hacíamos las tareas de la casa, hacía redes para sacar más dinero y salir adelante y aprovechábamos… para hacer el amor. Tuvimos tres chiquillos.

En mis últimos años de trabajo estuve en Mauritania, Daca, Sierra Leona, Monrovia, Costa de Marfil, la Isla de Cabo Verde, en las Azores, las Canarias y las islas Madeira. Me jubilé a los 61 años pero seguí pescando en el estrecho. Salía por la mañana y a la tarde llegaba a la casa.

Hace 7 años me operaron de la columna y necesitaba ayuda. Mi mujer empezó a tener despistes y también necesitaba ayuda, así que nos vinimos a un centro residencial en Conil de la Frontera. Aquí llevo más de 5 años y estamos muy contentos. Nos tratan muy bien y nos quieren mucho tanto a mí como a Antonia. No nos falta de nada, estamos muy bien cuidados, vamos a la playa, y todos los viernes a la calle.

Además, me gusta aprovechar mi tiempo y hacer cosas que me recuerden a mi pasado. Hago hamacas de red y las vendo en el centro por 38 euros. Son de muy buena calidad y no se estropean aunque estén a la intemperie. Y si no, que pregunten a la mayoría de los trabajadores de aquí que tienen una. También hago los trabajos manuales que aquí me mandan. Así que aquí vivo entretenido y nunca me aburro.

Francisco Aguilar Montoya, 86 años.

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