EXPERIENCIAS PERSONALES
Mi infancia
Aquellos amigos hoy pertenecen a distintas escalas sociales; ricos, pobres y hasta algún que otro “loco”
Años del 1950 a 1958, muy peinaditos a la “miga”. Con baby de igual color que los “chicucos”. La foto en el caballo de San Juan de Dios, porque era Corpus y llevaba calcetines y zapatitos blancos de estreno. Las monjas, con flores a María, carrero látigo atrás. Mamá, el Manué me ha “chocao”, una moneda y aceite sujetado fuertemente por un pañuelo para curar el “bollo”. Agua con regaliz, quita hambres, algarroba, gofio, dátiles de las palmeras de Candelarias o San Juan de Dios, palo dulce, pan de higo, acerolas “colorá” eran nuestras chucherías y, para merendar, pan con aceite los que más.
Ponme guapo, mamá, que dice Sor Angélica que mañana viene el retratista y ahí lo veis con carita de aplicado, el mapa de España para aprender, el Ángel de la Guarda que nos guiará para no caer en el pecado.
Con 9 añitos, la primera comunión, vestido de marinerito que es un primor, chocolate con bollos en el patio del colegio, luego la estampita y a casa de la tita. Al día siguiente, como ya tienes uso de razón, en el patio del colegio en fila y a cantar el “Cara al sol”. Todos los domingos a misa; el que no va, castigado, pero si eres bueno, excelentes notas has sacado.
En el recreo, pelota de trapo, el trompo o las canicas y un “tente en pié” con queso americano y leche en polvo. Al cuarto de hora suena el pito, toca clase con Don Benito. Solo un libro de nombre “Catón” y cuando te los has aprendido, a cambiar de colegio que ya eres un empollón. Es verdad que la Escuela te ocupaba el tiempo pero también, a partir de las 5 de la tarde tras merendar, con los niños del barrio a jugar. Un partido de pelota, “queu, queu, queu, corred que viene el queu…”.
Las estampitas repes de “Peter Pan” o de “Marcelino pan y vino”, los ídolos del fútbol como Kopa, Rial, Diestéfano, Puskas y Gento porque uno era del Real Madrid. La porfía entraba con el otro que era catalán y decía que Ramallets, Olivella, Rodri, Gracia, Segarra, Gensana, Tejada, Evaristo, Kubala, Kocsis y Zibor, era el porfiar de los chiquillos.
Un mecano, el traga bolas y un parchís le pusieron al primo. Capitán Trueno, El Jabato, Roberto Alcázar y Pedrín, nos lo leíamos entero, nos lo regalaba el abuelo. Chimpampli, Pollín, Ampono, Puchy, Falete, Pureta y Nono, eran esos motes entre mi chiquillería que nos identificaba.
Niño, ve por cal que tengo que encalar y de camino llégate al freidor por 1 peseta de mijita para el gato… de Adelita. Al infantil del cine Municipal o al Cómico que el domingo dan una de cowboy y para el próximo está anunciada Marisol que está una jartá de bonita.
A partir de los 10 años, ya son más serias las notas del “cole” y adiós a la niñez.
Te meten a monaguillo y a pedir para el Domund. Te inculcan las ventajas de ser cura o misionero, mi madre dice que no, que le da mucho miedo. La “miga”, Colegio San Martín, Mirandilla, Instituto, Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, tu primer pantalón largo, la primera carta de amor, la chica de las trenzas, cuando pasó te miró,…
Mi infancia son recuerdos… Todos tuvimos la niñez y nunca la olvidaremos, unos mejores, otros peores, los más, regular pero una cosa es común en todos: “La inocencia e imaginación que tan solo diez años dura, lo digo con resignación”.
Aquellos amigos hoy en la actualidad pertenecen a distintas escalas sociales; ricos, pobres y hasta algún que otro “loco”. A éste es al que yo más quiero porque aún me sigue llamando como antes, “Nono”.
Autor: Antonio Martínez