EXPERIENCIAS PERSONALES
Un día cualquiera
El día a día de una persona independiente en San Juan de Dios
A pesar de que pueda parecer que la vida de los residentes dentro de un centro de mayores sea aburrida y monótona, para muchos de ellos se trata de toda una aventura.
Unos de los protagonistas más carismáticos y queridos de la residencia de San Juan de Dios es “Antonio”(prefiere mantener su anonimato). Se trata de una persona solitaria, introvertida, pero a la vez esconde en su interior una inmensa solidaridad. Desde hace cuatro años es el responsable de que nada falte de tener todo organizado en la celebración de las misas que se realiza todos los días en la segunda planta de dicha residencia. Plasmando su personalidad perfeccionista, no se le escapa el más mínimo detalle. A sus 86 años hace un uso de la informática, qué más quisieran muchos jóvenes presumir.
Todas las mañanas desayuna su pan integral y su descafeinado no muy caliente. Aunque la residencia cuenta con varios ordenadores en las zonas comunes, se le ha facilitado uno para su uso personal, en el cual lee online el diario y la voz digital de Cádiz. Una vez que se ha puesto al día de las noticias que acontecen en el mundo, dedica parte de su tiempo a mejorar su grafomotriciad para seguir manteniendo su impecable caligrafía.
A Antonio no solo le gusta aprovechar las mañanas, sus tardes también son entretenidas y curiosas. Tras reposar la comida, a Antonio le gusta recorrer las calles de Cádiz para revivir momentos y recordar su pasado. Disfruta de ello mientras se pide un café en la plaza de San Juan de Dios, donde en ocasiones se encuentra con viejos amigos con el que entablan interesantes, y a veces interminables, conversaciones. Cuando el tiempo no le permite realizar su paseo, Antonio opta por pasar el rato jugando en el ordenador al “solitario”, excelente plan que le hace mantener su mente activa. Por último, antes de la cena, Antonio siempre que puede ayuda a los trabajadores del centro a trasladar a los residentes dependientes a los diferentes comedores.
Antonio es un ejemplo que demuestra una vez más, que la edad no es cuestión de años, sino de la actitud que se tenga ante la vida.